2.04.2006

Brujeria


"Siéntate a la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo"
(Proverbio árabe)


Por Ajenjo
“¡Vamos que se puede!”, me grita por el teléfono mi novia desde Barcelona, tratando de reflejar el sacrificio que significa mantener la relación a una distancia kilométrica.
“Vamos que se puede”, le respondo, mientras me subo a una micro llena de trasher con destino al recital de música rock más extremo del que he participado en mi vida: Brujería.
Viajo junto a mi carnal de recitales, con quien hemos observado juntos a grupos tan variados como Los Jaivas, Sex Pistols y Cannibal Corps.
La micro estaba organizada por una tienda de música rock y con mi amigo andábamos bastante perdidos frente al terminal de buses de Viña del Mar. Cuando la encontramos ya tenía el motor prendido y tuvieron que sacar a dos cabros chicos que no habían cancelado con anterioridad las cinco lucas del pasaje. Nos sentamos en el último lugar e hicimos amistad con unos adolescentes con espinillas que tomaban cervezas y ron como agüita de la llave.


Yo llevaba mi botella de Sauvignon Blanc reserva Tarapacá de tres lucas en una bolsa llena de hielo y el correspondiente vasito plástico.
En la mitad del camino comenzaron a sonar Los Jaivas por los parlantes del bus, que era un Barón-Puerto, terrible de ordinario. Todos los trashers movían sus chascas al ritmo del Gato Alquinta.
La micro se detuvo dos veces para dejar que todos los rockeros orinaran litros de cerveza en la berma de la ruta 68, mientras uno de los adolescentes ya había empezado a invocar al infaltable compañero de cimarras: Guajardo.
Bastante dañados nos bajamos en el Parque O´Higgins y antes de entrar a La Cúpula, epicentro del recital, acompañé a mi carnal a comprar discos de música medieval al Paseo Ahumada.
A las siete de la tarde ya estábamos haciendo la fila para entrar y la revisión, en busca de objetos contundentes y drogas, fue una de las más específicas de mi vida.
Adentro reservamos unas buenas butacas y partió el show. Primero salió un grupo chileno ultra distorsionado. Llevaban trajes de obispo y máscaras sadomasoquistas y el vocalista cantaba en castellano unos temas bien potentes y modernos.

Después aparecieron unos locos con pinta de gringos (dos metros, pelo largo y rubio), que no aportaron nada nuevo a esta música gutural, primitiva y política.
Al final el plato fuerte de la noche. Los mexicanos Brujería aparecieron en gloria y majestad, sonando espectacular. Su vocalista, Juan Brujo, llevaba un machete al cinto que utilizó al final cuando cerraron con la magistral “Matando güeros”.
Para mí era un sueño que se convertía en recital. Ver en vivo a Fantasma cantando y a Pinche Peach con su cara deformada son cosas casi indescriptibles. Sólo los que estuvimos ahí somos capaces de comprender tanta inmensidad.
Ahora puedo morir en paz.

ajenjoverde@hotmail.com

No hay comentarios.: