1.16.2012

¡Se vienen los nueve años con libro incluido!


Por Ajenjo

Corría el año 2003 y la rutina de los lunes en la mañana en la sección hípica del diario La Estrella deValparaíso era de la siguiente forma: rodeado de varios reporteros y fotógrafos relataba las historias del fin de semana, donde las fuentes de soda, los bares, los espectáculos culturales y esculturales y algunos excesos con el trago se convertían en entretenidas historias que hacían reír amis colegas de trabajo.
En uno de esos rituales llegó el jefe de Informaciones del periódico, Jayme González Frey, quien preguntó qué situación era lo que motivaba tan profundas y sonoras carcajadas.
“Son las historias del Pancho”, le contestaron a coro. Al jefe se le ocurrió que en un suplemento llamado “Superestrella”, que salía publicado todos los viernes, relatara en forma de crónicasmis aventuras y que fueran un espejo de la actual bohemia que estaba consolidada en la ciudad. Fue así como comenzó a escribirse la columna “Crónicas de Medianoche”.
Decidí ponerme el nombre de Ajenjo, ya que el día que Valparaíso fue nominado Patrimonio de la Humanidad nos tomamos una botella de ese licor verde llamado absenta y me gustó, no sólo todo lo que había que hacer para beberlo (terrón de azúcar quemándose sobre un cuchillo en una copa), sino toda la onda que giraba en torno al
bebestible.
Y así pasaron los años y años y la columna se fue afirmando.
Falta sólo unmespara el 2012, donde cumplirá nueve años de edad, publicándose en forma continúa y lo celebraré con un libro que estoy terminando y que no sólo reunirá
lasmejores columnas, sino que también traerá material nuevo y muchosbonus track.
El texto se llama El fondo tiene un vaso (Nueva crónica urbana deValparaíso) y se relatan varias historias, como cuando la dueña de la discoteca Pagano llegó con un
abogado para tratar de desenmascarar al autor tras las líneas, que le habían parecido muy insolentes (hablé sobre los chicos bisexuales que iban a bailar, entre otras cosas) o cuando en mi apreciado Moneda de Oro me querían puro boxear porque había dicho que el licor del vino con frutilla era un “vinagrillo” (craso error).
Al releer todas estas columnas, que son más de 350, me encuentro también con mi vida, con mis profundas tristezas que tuve que arrastrar y las inmensas alegrías que me sacaron del pantano de la desesperación.
Muchos litros de vino y ron han corrido por estas líneas.
Cientos de borracheras y carretes heavymetal. Mucha música, cine y teatro. Muchos nombres de amigos, de hermanos del alma, con los que sigo sintiendo ese hipnótico
sonido que hacen las botellas cuando se descorchan.
Falta poco para que nazca mi hija Sara. Pienso que cuando crezca y lea ese libro y las columnas, el texto actuará en su cerebro como un mapade rutas, como una cartografía mental.
¿Qué ira pensar? Que su padre era bueno para tomar, borracho dirán algunos, pero buena persona.
Ojalá.

ajenjoverde@hotmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Las camarillas literarias sin duda tienen sus ánimos de expresión en algunos espacios determinantes. Y cuando el papá estado financia proyectos culturales, que a fuerza de persistencia y de razones de filiación social específicas, mas bien tenemos a mano productos culturales ambiguos y oscuros.
¿Cómo se puede interpretar la narrativa hipertextual de un ajenjo.verde, cuya fuerza literaria radica en un anclaje con los puritanos deseos de dar a conocer realidades underground?.
Nos queda esperar, ciertamente, el momento de lanzamiento de este libraco, cuestión que también debería contemplar un coctel de lo más apetecible para saciar la sed de la mediocre camarilla literaria, que sin lugar a dudas celebrará esta mediática apuesta.
El filósofo Leiva