
Por Ajenjo
No hay duda que el centro gastronómico más poderoso que funciona actualmente en Valparaíso es el Cerro Alegre, lleno de restaurantes que ofrecen carísimos platos y vinos de hasta ¡120 mil pesos la botella! y más.
Uno podría pensar que "todo lo que brilla es oro" en este turístico cerro, sin embargo la situación no es tan clara y hay experiencias culinarias que tienen que mejorar notablemente.
Después de Año Nuevo se me ocurrió salir a comer algo suave en alguno de estos lugares de la subida Almirante Montt y entre a uno denominado "Jaiva y Cordero".
El nombre ya me parecía atractivo, sin embargo la buena onda se me fue esfumando poco a poco.
Había una oferta de cortes de sushi, por lo tanto aproveché el "happy hour" y me pedí un pisco sour, mientras mi novia bebía sólo una coca cola light producto del firme entrenamiento a que está sometida antes del matrimonio.
Nos entregaron una carta donde estaban todos los platos y copas que se ofrecían en el restaurante. Era de papel rojizo y estaba llena de manchas de aceite.
Mientras trataba de leer los platos, que eran bastante caros, llegó el pisco sour que no estaba mal, sin embargo me lo tomé todo y pasaron muchos minutos antes que el sushi llegara a la mesa. Aburrido le pedí un poco más de pan al joven mesero, quien me señalaba que pronto saldría el arroz con el pescadito.
El sushi estaba reguleque y pensé que era un error andar pidiendo pescado en estas fechas.
Me fui bastante decepcionado y pensé nuevamente en la frase del crítico gastronómico Cesar Fredes, quien me señaló que el futuro de Valparaíso estaba en sus mercados y en el pescado frito con ensalada chilena. Personalmente también apuesto a lo mismo, ya que no hay bolsillo que aguante esos precios y más aún si el servicio y el consumo es un poco mejor que mediocre.
ajenjoverde@hotmail.com
No hay duda que el centro gastronómico más poderoso que funciona actualmente en Valparaíso es el Cerro Alegre, lleno de restaurantes que ofrecen carísimos platos y vinos de hasta ¡120 mil pesos la botella! y más.
Uno podría pensar que "todo lo que brilla es oro" en este turístico cerro, sin embargo la situación no es tan clara y hay experiencias culinarias que tienen que mejorar notablemente.
Después de Año Nuevo se me ocurrió salir a comer algo suave en alguno de estos lugares de la subida Almirante Montt y entre a uno denominado "Jaiva y Cordero".
El nombre ya me parecía atractivo, sin embargo la buena onda se me fue esfumando poco a poco.
Había una oferta de cortes de sushi, por lo tanto aproveché el "happy hour" y me pedí un pisco sour, mientras mi novia bebía sólo una coca cola light producto del firme entrenamiento a que está sometida antes del matrimonio.
Nos entregaron una carta donde estaban todos los platos y copas que se ofrecían en el restaurante. Era de papel rojizo y estaba llena de manchas de aceite.
Mientras trataba de leer los platos, que eran bastante caros, llegó el pisco sour que no estaba mal, sin embargo me lo tomé todo y pasaron muchos minutos antes que el sushi llegara a la mesa. Aburrido le pedí un poco más de pan al joven mesero, quien me señalaba que pronto saldría el arroz con el pescadito.
El sushi estaba reguleque y pensé que era un error andar pidiendo pescado en estas fechas.
Me fui bastante decepcionado y pensé nuevamente en la frase del crítico gastronómico Cesar Fredes, quien me señaló que el futuro de Valparaíso estaba en sus mercados y en el pescado frito con ensalada chilena. Personalmente también apuesto a lo mismo, ya que no hay bolsillo que aguante esos precios y más aún si el servicio y el consumo es un poco mejor que mediocre.
ajenjoverde@hotmail.com