8.11.2005

Mi equilibrista precaria


Estoy enamorado. Estoy profundamente enamorado de la equilibrista del "Cirque", que se desliza como una erótica gata sobre una gruesa liana de acero. Fui a ver la función del domingo de esos actores franceses, en el centro Cultural Ex Cárcel de Valparaíso, acompañado de mi más fiel amiga: la resaca. Había ultrajado una caja de 12 vinos Morandé Pionero 2003 y bajo la carpa azul transpiraba Cabernet Sauvignon.

Todo había comenzado en la Gala del Vino, que se realizó en los jardines del Sporting Club. Tuve que reportear, sacrificadamente, cada una de las mejores viñas de Chile. Mi copa fue llenada en trece ocasiones con diferentes ensamblajes de doble y triple cepa, causando que la anestesia de la uva fermentada tomara por sorpresa cada escondido lugar de mi cabeza. Esa misma noche fui al bar "Mi Casa" y después al "Vinilo", donde sólo bebí cerveza acompañado de las mismas caras que trabajan empinando el codo sin cesar.

Al otro día almorcé en el "Caruso" el tradicional ceviche peruano y bebimos mostos blancos de alta jerarquía. Después me pegué una siesta y en la noche, con un tradicional cómplice, abrimos la caja de vinos Morandé y el demonio tinto marcó la conversación nocturna, dejándonos con los labios negros y la mente blanca.

Desperté el domingo bastante vapuleado y me acordé de la invitación para el "Cirque", una compañía de franchutes que ya me habían impresionado en 1994, en una carpa en el estero de Viña del Mar.

En esa ocasión pude ver un curioso payaso que mostraba sus famélicas costillas en forma extrema, mientras llevaba un letrero que decía "tengo hambre". Terminaba su show atacando a una señora del público y comiéndose una mano de utilería que chorreaba sangre.

Ahora el "Cirque" montó un espectáculo repleto de poesía. El final, con el barco-avión volando sobre el techo de la carpa, y la frase "no sirve de nada escapar, sólo sirve ser uno mismo", es de lujo y varias lágrimas recorren rostros que minutos atrás se retorcían de la risa.

Me voy a dormir pensando en la hermosa equilibrista. Una mujer que sobrepasa los cánones normales de la belleza y que aparece en el escenario vestida de princesa o de novia, con su pelo lleno de flores y una pronunciación del español capaz de lograr derretir la Antártida.

A los días después volví al "Cirque" bajo el argumento que mi hijo debía observar el show. Sin embargo, mi mayor objetivo era poder recrear mi vista y mi cerebro con ese rostro de porcelana y ese cuerpo de diosa de la bohemia.

Sigo pensando en ella y en todas las situaciones que me pasan en la vida y me doy cuenta que estoy en una encrucijada de equilibrio precario. En cualquier momento puedo llegar al otro lado de la cuerda floja o caer a un pozo sin fondo, donde me aguardan los cocodrilos cancerberos de la memoria que amenazan con no dejarme tranquilo ningún minuto.



ajenjoverde@hotmail.com

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