8.09.2005

Globalización en Barón


(El cumpleaños del periodista somelier)

Un conocido periodista, que desde hace varios años cultiva la crónica del somelier y escribe de vinos y champaña, celebró sus treinta y tantos años con una tranquila fiesta en el Muelle Barón, en un reducto conocido como el Deck 00, que actúa como amalgama para las faunas adictas a la música electrónica, el lounge y las bebidas energizantes.

Llegamos, junto a mi querida mujer, a las doce de la noche en punto. Para llegar hasta el Deck 00 hay que caminar por toda la estructura, ya que el blanco local está instalado en la última punta, debajo de la gran rampla.

Mientras avanzaba por el muelle recordaba las coloridas fiestas Mutek, donde en la época estival las tribus electrónicas se dejan caer en masa y bailan extasiadas hasta que el sol los ciega como vampiros digitales.

El Deck 00 es un tranquilo lugar para relajarse al ritmo de esta música de máquinas. Cuando hay poca gente, instalan colchonetas, donde uno se puede estirar y beber un rico energizante con vodka incluído, que exportan desde países europeos y norteamericanos.

Uno, si deja volar la imaginación, perfectamente se puede sentir en Nueva York, Buenos Aires o Amsterdam. El recinto no tiene ascensores, ni guitarristas, ni chorrillana, ni cuadros de Víctor Jara o Metallica. Sus paredes son de vidrio o de un inmaculado blanco y sus muebles, negros. Es la arquitectura de la globalización, que nos saca de lo local transportándonos a un mundo sin particularidad. La única condición para ingresar es tener dinero. Ni más ni menos.

El periodista catador nos recibió con un generoso abrazo y nos entregó una botella de champaña de medio litro que sacó desde una cubeta repleta de hielo. "Esta noche habrá champaña, champaña y más champaña", gritaba sonriendo, mientras repartía abrazos a otros invitados que llegaban al muelle.

La fiesta estaba circunscrita a un sector sin paredes del Deck 00. La temperatura no era muy alta, por lo tanto la gente no se sacaba sus chaquetas y abrigos. El cumpleañero relataba que el día anterior había asistido a la fiesta de Daniella Campos en Santiago, "que estaba llena de árabes y modelos".

Para poder ir al baño había que cruzar todo el recinto. A las dos de la mañana estaba repleto de jóvenes vestidos de negro y mujeres con atrevidos look tecno. Había mucho olor a viñamarino y santiaguino y las bebidas energizantes eran despachadas con urgente necesidad desde la barra.

Ya cerca de las cuatro de la mañana, el periodista sacó una botella de whisky que le habían regalado. Me tomé un par de vasos y me fui del muelle.

Terminé sentado en un bar cercano a la plaza Kaníbal Tinto, como le dicen los rockeros al sector de Aníbal Pinto, escuchando a los Pequeñas Partículas. Esos muchachos sí que no están globalizados y nunca lo estarán. Que así sea.



ajenjoverde@hotmail.com

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