8.10.2005

El eterno resplandor (de una mente saturada de recuerdos)


"¡Qué felices son las vírgenes que viven sin culpa!
Ellas se olvidan del mundo y son olvidadas por éste.
El eterno resplandor de una mente sin recuerdos,
que sólo aceptan sus oraciones y rechazan sus deseos".

Alexander Pope

¿Se imaginan que les abran la cabeza y les peguen un violento martillazo en su cerebro? Eso me sucedió el domingo pasado, luego de terminar de observar el DVD de la película "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos", que desde hace algunas semanas está en las repisas de los video clubes.

Me había lanzado a un fin de semana bastante extremo. Primero asistí a un cumpleaños de un periodista que viene llegando de México y que duró hasta que los pajaritos nos avisaron que eran las 6.30 de la madrugada. Al otro día, después de tomarme una caja de cafiaspirina, partí con mi hijo a una función de marionetas de "El Principito", visité la Feria del Libro de Viña del Mar, cené en el Caruso con una de las chicas superpoderosas y terminé en la casa, junto a un ron Pampero, discutiendo sobre las verdaderas posibilidades que tiene Michelle Bachelet de llegar al sillón presidencial.

El domingo decidí descansar y me largué a Cochoa. Unas empanadas de camarón-queso, una cerveza de litro y un quitasol de totora fueron mis aliados durante la tarde. Antes de irme al sobre, pasé por el Blockbuster y arrendé la película que me voló los sesos.

"¿Quieres ser John Malkovich?" y "El ladrón de orquídeas" cuentan con el mismo guionista de esta película: Charlie Kaufman, quien debe ser uno de los escritores con más imaginación del mundo. La película narra la historia de un tipo con una violenta desilusión amorosa, que descubre que su novia decidió pagarle a una empresa para que borrara de su memorias todos los recuerdos de la relación.

Jim Carrey, quien antes me repugnaba por sus morisquetas, pero que después de "The Truman show" comenzó a tener todo mi respeto, calza perfectamente en el papel del loco enamorado.

La escena más hermosa es cuando la actriz Kirsten Dunst recita el poema que encabeza esta columna, mientras que Kate Winslet (que está para echarle limón y cebollita picada) observa a unos elefantes circenses pasear en la calle.

La película la observé con bastante resaca, causando que las emociones se duplicaran. El matar la memoria es algo muy atrayente y que todos los fines de semana practico un poco, sin embargo, el acabar con recuerdos específicos y malignos es algo que cambiaría la raza humana.

Muchos artistas han trabajado con el tema de la memoria, como el escritor Ray Loriga en su texto "Tokio ya no nos quiere", donde un narcotraficante recorre el mundo con una droga que elimina malos recuerdos.

Quedé tan embalado con la historia que encontré hasta la dirección en internet de la empresa ficticia que hace los lavados de recuerdos: www.lacunainc.com. Si saben algo de inglés, atrévanse con el cuestionario que trae para evaluar a los pacientes y pónganse un cinturón de seguridad en el cerebro.



ajenjoverde@hotmail.com

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