Por Ajenjo
Cumplí dos años de felizmatrimonio e invité a mi bella esposa a almorzar a un restaurante llamado Il Paparazzo, que hace pocos meses funciona en el cerro Concepción, epicentro de la comida gourmet enValparaíso.
Mi santa mujer ya tiene ocho meses y medio de embarazo y no está para muchos trotes locos y este local estaba cerca y reflejaba tranquilidad.
Aquí puse en mimente la frase del crítico gastronómico Anton Ego, de la hermosa película Ratatouille: “sin embargo, a veces el crítico realmente arriesga algo, y eso sucede en nombre y en defensa de algo nuevo”.
¡Pucha que cuesta ir ameterse a lugares nuevos y qué críticos somos con estas novedades !A mí me cuesta mucho dejar las calugas de pescado del Caruso, el sandwich Skyador del Marco Polo o las empanadas de Pino de Las Famosas.Vuelvo una y otra vez a estos locales, en busca del manjar y muchas veces me quedo pegado, muy pegado.
En esta ocasión la novedad fue espectacular. Primero que todo el restaurante Il Paparazzo tiene un diseño interior de lujo, que está basado en la película “La Dolce Vita”.
Al comienzo quedé un poco asustado con los precios (la mayoría de los platos están en los 10 mil pesos), pero vale la pena.Yo me pedí un plato llamado Mar yTierra que tenía unos ostiones sellados a lamantequilla con unos trozos de prietas que se deshacían en la boca. Mi mujer pidió unos ñoquis a la huancaína, con una salsa ultrapowermetal picante. Ella no resistió tanto picor y me cambió el plato.Yo le pasé hasta el pancito a esa amarilla salsa. El mozo se percató del cambio de platos y nos pidió disculpas por el excesivo picor de la salsa (para mí estaba de lujo) y le regalaron a mi señora un rico postre de helado, demostrando una delicadeza en la atención que no se ve mucho en Valparaíso.
Quedé feliz con todo el conjunto y creo que Il Paparazzo reúne una bella arquitectura interior, una gastronomía potente y una atención de primera. ¡Se pasaron y merece un aplauso por todo el esfuerzo!
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