1.18.2007

Teatro en el Trolley


por Ajenjo

Estoy en la discoteca y pub La Secta, bailando “Beautiful people” de Marilyn Manson. A mi alrededor hay clones de Drácula y algunos Frankestein. Incluso hay unas mujeres que parecen el Hombre Lobo.
Me siento algo dañado ya que durante todo el día estuve filtrando con el hermano de mi novia, un historiador bastante amigo del vino y el ron. Nos pegamos esos asados bien regados, justo antes de meternos en una obra de teatro arriba de un trolley.
Llegamos a las siete en punto a la garita de esos vehículos en la Avenida Argentina, y empezó la función con una recreación histórica de la inauguración de este servicio. Yo llevaba mi petaquita de vodka y bebida energizante en mi chaqueta, para ir amenizando el viaje.
La obra es muy buena. Apareció Juan de Saavedra, un bombero todo tiznado y un marinero. Un simpático actor iba relatando la historia, además de entretenidos datos de la arquitectura urbana.
Afuera de la iglesia La Matriz el público desciende del trolley y en las escaleras de la iglesia hay una fuerte discusión entre el marinero actor y una mujer que reclama abandono. Una indigente del sector se mete improvisadamente a la obra y grita, “yo me lo llevé a Suecia, al hoyo...”. La gente ríe y se le explica que es una obra de teatro.
El público es guiado al bar Liberty, donde la función prosigue. Sirven unos vasos de vino, mientras los viejitos parroquianos, que quedaron adentro del recinto, disfrutan con la actuación y siguen bebiendo ese vinagre mortal.
El viaje en trolley continúa por la ciudad y yo, empujado por el vodka, realizo algunos comentarios en voz alta. Uno de los personajes, un chico rapero, me dice que si no me callo me cortarán la lengua. Me percato que estoy pintando el mono y me hundo en mi asiento.
Volvemos a la garita y la obra termina con un aplauso cerrado y muy bien merecido. Nos vamos para mi casa y preparamos el asalto nocturno a la discoteca La Secta y Cherry.
La entrada nos costó tres lucas y teníamos derecho a unas chelas grandes. Ahí, en medio del baile y cantando “la gente bonita, la gente bonita” recordé la obra en el trolley y me di cuenta que había sido testigo de un filete teatral.
¡No se la pierdan!

ajenjoverde@hotmail.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

ES VERDAD, HAY VECES EN LAS Q UNO SE DA CUENTO DEL PESO DE LA SITUACION, CDO ÉSTA SE ESTÁ DILUYENDO Y ESTA COMENZANDO OTRA ... ME PARECE NOTABLE Q LO PERCIBAS Y RELATES. SIENTO LO MISMO.