1.07.2008

¡Güena la fiesta!


Por Ajenjo

Tengo un antifaz dorado y una corbata de plástico multicolor y bailo cumbia frente a la tumba de Arturo Prat y me percato que estoy sacándole el jugo a las fiestas callejeras de Valparaíso organizadas para amenizar la llegada del Año Nuevo.
Todo comenzó el 30 de diciembre con un regado asadito en la casa para recibir a los santiaguinos que repletaron mi casa con su alegría y ganas infinitas de pasarlo bien.
Durante el asado me filtré tempranito y decidí hacerles un show con diapositivas de gente deforme para terminar en el bar Cinzano.
El 31 en la mañana partí a Caleta Portales que estaba convertida en la Torre de Babel. No había ningún idioma extranjero, sin embargo nadie modulaba en forma normal producto de las tremendas tomateras nocturnas. Yo entendía todo lo que me decían y debo haber hablado muy parecido a los parroquianos pescadores.
Compré machas, ostiones y reineta y partí rumbo a la casa. Llevé a los santiaguinos a La Sebastiana y recorrimos un poco el bello cerro Bellavista. Hice un ceviche y mariscos a la parmesana, mientras me preparaba para el momento de las 12.
Salimos de la casa disfrazados y caminamos por la Avenida Alemania bien aperados de petacas de pisco sour casero, vodka naranja, botellas de champaña y sus correspondientes vasos de plástico. Quedamos estacionados en la plaza Bismark y ahí observamos panorámicamente los fuegos de Valparaíso hasta Concón.
Después bajamos por unas quebradas interminables y llegamos al plan hasta la plaza Sotomayor, donde bailé reggaetón con mi cuñada al ritmo de “hagamos sexo con ropa”, mientras mi novia me miraba con celos cariñosos.
Después enfilamos hacia el Cinzano donde me encontré con Carmen Corena y su vestido impecablemente blanco. Bailé sus temas y le prometí llenar un carro del metro regional con fans para apoyarla en el Festival de Olmué con cartel incluído.
Después aparecí en una fiesta electrónica al frente de la Intendencia Regional donde el “punchi punchi” terminó una dorada noche llena de juerga y buena onda.
A las 5.30 tomé el colectivo para mi casa, mientras una jovencita me sermoneaba sobre el alto consumos de alcohol en estas fechas. Sólo la miré, sonreí y cerré los ojos, mientras el auto me llevaba cerro arriba...

No hay comentarios.: