12.17.2007

Un Jaiva del pueblo


Hace unos tres años publiqué una columna llamada "Secuestrando un Jaiva", donde escribí la hermosa visita que Eduardo Parra realizó a mi casa, luego que lo raptáramos junto a un brother amante de este grupo rockero, cósmico y andino
Algunos días atrás pasé a tomarme una cerveza chica al Liberty y nuevamente me encontré con Eduardo, quien se bebía unas cañas de vino blanco con algunos conocidos del bar y de Valparaíso en general.
Esta vez no me acerqué y sólo tome mi chelita apoyado en la barra, mientras escuchaba el vozarrón de este talentoso poeta y músico, que con su risa llegaba a estremecer los cimientos de unos de los tugurios alcohólicos más antiguos del Puerto.
Eduardo Parra genera en la gente una empatía muy grande, pero especialmente en los seres humildes, en las personas que llevan el estigma del miserable, del marginado, del que ya no quiere pensar mucho en esta vida llena de dolor y sufrimiento.
Fue así como en cuestión de segundos Eduardo estaba rodeado de guachaquitas porteños, quienes lo miraban como un héroe, como un milagro dentro de sus vidas donde el medio pato de 200 pesos es el eterno protagonista de los días sin sentido. Eduardo los abrazaba y les hablaba. Ellos reían y reían, mientras las cañas de turbio vino blanco eran despachadas a granel.
Como testigo de un hecho milagroso, yo permanecía en la barra, mientras pedía otra cerveza más para disfrutar de la visión. En cosa de segundos el grupo se desarmó y Eduardo salió disparado y se juntó con unos amigos que venden pescado al lado del Mercado Puerto.
Aquí apareció otro grupo de indigentes y habitantes del Barrio Chino, quienes hicieron muy buenas migas con el Jaiva mientras vivió frente a la Iglesia La Matriz. Ahora se juntaban para recordar viejos tiempos al ritmo de cajas de vino blanco que eran despachadas en grises vasos de plástico, en plena calle.
Mi última visión, como espejismo surrealista, fue ver a Eduardo rodeado de estos seres marginales, que extendían sus manos para recibir alguna moneda o un gesto de cariño. En estos tiempos que corren, donde todo es de plástico y falsedad, donde la mayoría de los hombres sólo están preocupados de su cuenta corriente y de su tarjeta de crédito, hay personas talentosas, humanas y humildes de verdad.
¡No te mueras nunca hermano Eduardo Parra!


2 comentarios:

Novello dijo...

hola!


excelente blog


soy un amante de la musica de calamaro bunbury yya me apresto a tomar del licor divino en un par de dias mas...en el bar de valparaiso....
el delicado y asesino...absinthe

Anónimo dijo...

Hola lo unico q leo es la divinidad etilitica de los poetas y músicos de Valparaíso...jaja q manera de rendir homenajes a Dionisio(Baco)desde la bohemia de la decadencia... Saludos Cordiales y sigan en su burbuja bohemia de inconciencia y pseudorealidad.