12.07.2007

Ramo asesino

Por Ajenjo

Estas fechas son buenas para los matrimonios. Al parecer la primavera invita a las personas a comprometerse "hasta que la muerte los separe" y comienzan las fiestas, las comidas, el baile y el exceso en general.
El fin de semana pasado fui aun matrimonio en la famosa CasaPiedra, en Santiago. El día anterior al evento mi hermano médico me había inyectado penicilina ya que mis amígdalas estaban al borde de la pudrición.
Con el ánimo bastante bajo llegué a la fiesta, donde conocía al uno por ciento de los invitados. A pesar de las recomendaciones de que no se puede beber con antibióticos me mandé varios pisco sour, vinos blanco y del otro y algunos vodka con tónica para adentro. Honestamente el ánimo se me compuso un poco y hasta pude salir a bailar temas de Rafaella Carra y Village People que el dj de turno colocaba a discreción.
Llegó el momento de que la novia lanzara el ramo. Según mi distorsionada visión la muchacha vestida de blanco se encontraba un poco excedida de copas. Las solteras se agruparon y bailaron la colita. En cuestión de microsegundos la novia disparó el ramo como una bala loca y le llegó al rostro de una pobre solterona que no alcanzó a levantar sus manos. Un hilo de sangre empezó a correr por su dañada nariz. Al parecer el ramo tenía rosas, que son bellas, pero que tienen muchas espinas.
El camarógrafo y el fotógrafo trataban de tomar imágenes del suceso, sin embargo la invitada de la nariz tajeada estaba con su rostro desencajado y bastante apestada. Saqué un pañuelito desechable y se lo pasé para que se limpiara la sangre, mientras una persona de la organización la llevaba al baño.
Decidí irme a las tres de la mañana. Una cuidador de autos me ayudó a pedir un taxi y mientras esperaba el vehículo le contaba la historia del ramo asesino. Me miraba con cara de incredulidad y en sus ojos estaba la interrogante: "¿cuántos tragos se habrá tomado este loco?".
Al final me fui de CasaPiedra con la imagen de la nariz sangrando y el ramo asesino, que son gajes del oficio de las bodas chilenas.
Ahora sólo me queda "desenvainar la espada del texto" y prepararme para el recital del gran Andrés Calamaro, este domingo en Santiasco.
¡Cómo quedarán las gargantas!

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