11.03.2011

Soy petrolero ¿y qué? (Los copetes de mi vida 9° parte)



Ser petrolero en Chile significa que uno es bueno para el vino tinto. Onda que uno funciona con esos cañones de tintolio y no de bencina (que sería el vino blanco). A mi me gusta el vino blanco, pero me declaro petrolero de tomo y lomo.
Todo comenzó con un profesor del colegio, con quien armamos uno de los grupos más entretenidos y choros en que he participado. Nos juntábamos los fines de semana a ver películas y las analizábamos.  Discutíamos de la contingencia social y hablamos en contra de la dictadura. El sacó por primera vez vasitos de vidrio y descorchó una botella de tintolio. Al tomar el brebaje todos nos pusimos más inteligentes, nuestras lenguas se activaron, las ideas se hicieron más claras y la risa llegó para quedarse.
De ahí para adelante que me dijeron... y me convertí en un fanático del vinito.
Cuando estudiaba filosofía en la Universidad Católica de Valparaíso, en el convulsionado año de 1988, mis compañeros me pedían que le sacara botellas de vino a mi padre y las llevara a la escuela. Lo hice un par de veces, hasta que mi papá reclamo por la falta de su brebaje. Después comprábamos, a 99 pesos, una botella de tinto en el supermercado, ya que tratábamos de hacerle el quite a las cajas.
Actualmente puedo dar cátedra en el vino tinto. Conozco de cepas, de marcas, de botellas, de corchos, de formas de guardarlo, de los efectos que provoca. Puedo recomendar que tomar para la comida que hay en la mesa y mis papilas reconocen el buen vinito al vinagrillo barato en solo segundos.
Una de las cosas que me da más orgullo de ser chileno es por el vino. Siempre que viajo llevo mi botellín y lo defiendo a muerte en todos lados. ¿Saben porqué en Chile está prohibido tomar alcohol en la calle y en casi toda Latinoamérica si se puede? Por el vino. Esa ley es del tiempo de la Colonia, donde los campesinos y el pueblo en general tomaban tanto vino (que era tan rico) que nadie llegaba a trabajar y todos andaban curados.
Creo que el vino tinto, en su dosis exacta, es sabiduría envasada. Tengo la certeza de que el mundo sería mejor si muchas decisiones se tomaran junto con una buena copa de mosto.
¡Salud!

ajenjoverde@hotmail.com

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