2.15.2010

La infinita amabilidad del sur chileno

Por Ajenjo

Dedicado con inmensa gratitud a Martín, Ani y Nidia

Estoy bebiendo sidra, un licor obtenido del jugo de manzana que venden en Argentina y que mi anfitrión en Puerto Montt se trae cuando viaja al país trasandino. Debo decir que si el cariño y la amabilidad se encarnaran en seres humanos, seguramente lo harían en esta familia que nos acogió por 10 días y nos sirvió de centro para conocer los bellos paisajes alrededor del lago
Llanqihue.
Como buen turista visité las cocinerías de Angelmó, donde me comí un curanto a medias con mi novia, mientras me bajaba solitariamente un botellín de vino blanco (el antiguo tecito) y varios pisco sour de regalo. Mi hijo se hizo adicto al salmón, que lo preparan en diversas formas y en “El Roco II”, donde almorcé, lo sirvieron a la plancha y era un manjarcillo de categoría internacional.
Chispeado con el mosto albo me compré el respectivo chaleco de lana chilota y decidí prepararle machas a la parmesana y ceviche a mis anfitriones. Adquirí cien machas gigantes y una merluza austral bien pelada y seguí bebiendo en forma abundante y cariñosa esa refrescante sidra de manzana.
Uno de los lugares más espectaculares que visité, además del Parque Nacional Alerce Andino, fue el nuevo teatro que se está construyendo en Frutillar y que está inserto dentro del lago. La obra, de una hermosura arquitectónica sin palabras, logra transportar a paisajes europeos a sus habitantes y turistas. Me imagino tomando una fría botella de colemono y escuchando la obra Jupiter, mientras del volcán LLanquihué se asoma una gigantesca luna.
A veces sacamos pecho por las bellezas de Valparaíso, sin embargo Chile tiene paisajes maravillosos y licores fantásticos que se amalgaman para crear gente maravillosa, como esa cariñosa familia puertomontina que nos abrió su casa y su corazón.


Twitter: @ajenjoverde

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