9.09.2009

Los separados de Fulano


Por Ajenjo


Estoy haciendo la fila para ingresar a escuchar el grupo Fulano, en el Teatro Municipal de Valparaíso, que por varios años se convirtió en la banda de sonido de mi vida ochentera.
En el bolsillo de mi abrigo aprieto mi petaquita de ron, una bebida y un vasito plástico, que me servirá para endulzar los sonidos de la nostalgia. La fila es bastante larga y en la Avenida Pedro Montt se empieza a juntar una reconocida fauna de seres, donde los ojos están con arrugas, los pelos más blancos y las ideas sociales bastante más remojadas en las aguas de la tolerancia.
Una de las conversaciones más recurrentes que tuve en esa fila, con los mutantes que se me acercaron a saludar
fue: “oye, supiste que Carlitos se separó de Juanita” o “la Juanita se fue y dejo a Carlitos solo en su casa...”.
La crisis matrimonial está muy fuerte en mi generación y sólo muy pocos sobreviven a la fuerte experiencia de la vida en pareja.
A mi me tocó esto hace años y ahora tengo que recibir amigos que vienen con sus dolores y fantasmas internos, a contarme que están viviendo en casas solitarias, donde antes habían ruido de niños y de carrete y que ahora el sonido de la televisión y de la respiración es lo único que queda de una relación amorosa fulminada por el paso del tiempo.
Con uno de los separados nos vamos a mi casa para conversar, con una botella de whisky Jack Daniels, sobre
los golpes del amor, los más duros, los casi mortales. Entre vaso y vaso del dorado licor llegamos a la conclusión que el amor es como el trabajo, “a veces se puede odiar y a veces amar, pero lo importante es aguantar ya
que siempre hay una recompensa”.
Mi equipo de música tiene malo el reproductor de CD, por lo tanto desempolvé una caja de viejos cassettes de
música para alivianar la pesada conversa. Volvimos a poner Fulano y recordamos el recital, donde
la bella Arlette Jequier nos elevó con su potente y erótica voz. Con su pinta de niña cuica y loca, esta cantante
estuvo en mis sueños durante mucho tiempo y ahora también la veía más lenta, más cansada, pero más sabia.
Los músicos de Fulano reventaron sus instrumentos en el escenario, tocando solos que inundaron de calidad
y emoción el teatro porteño, mientras los separados, con sus conflictos cerebrales y emocionales, los escuchaban, tratando de encontrar un poco de paz en estos duros momentos de la vida.



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