Los textos de "El fondo tiene un vaso" han sido y se siguen publicando en el diario "La Estrella de Valparaíso" (www.estrellavalpo.cl) todos los viernes y consisten en una crónica urbana, personal y literaria de la actual bohemia de este puerto chileno. En el periódico se editan bajo el título de "Crónicas de Medianoche". Se publican hace nueve años.
4.12.2008
¿Dónde estás Gabriel?
Monseñor Enrique Barilari, con esa voz potente y firme que siempre lo caracterizó en sus misas de mediodía en la Parroquia de Viña del Mar, sentenció: "Sube a nacer conmigo hermano Gabriel Parra" y los aplausos y lágrimas brotaron en una amalgama confusa y triste.
La anterior escena corresponde a un día de mediados de abril de 1988, hace 20 años; junto a mi amigo Werner Lips nos habíamos fugado del colegio para asistir al funeral del baterista de Los Jaivas, quien había muerto en un accidente automovilístico, dejándonos solos, tristes y abandonados en el oscuro Chile ochentero.
Con mi amigo subimos al segundo piso de la parroquia, que había cerrado sus puertas debido a la masa de hippies que trataba de ingresar. Por primera vez en mi vida pude observar gente tomando cajas de vino en las calles. Eran la novedad máxima y fueron el principal bastón que tuvieron los asistentes al funeral para olvidar tanta pena.
Había pequeñas diabladas y grupos nortinos que tocaban pitos (también se los fumaban) y tambores. La salida de la parroquia fue un verdadero caos. En el puente Libertad, la masa se apretó para poder llegar al cementerio Santa Inés y perdí de vista a mi socio. Continué solo hasta llegar al camposanto y la gente se colaba por las paredes. El mito dice que le lanzaban cogollos de marihuana a la tumba mientras entonaban "Todos juntos". Yo no pude entrar y sólo me quedé afuera, mientras la policía dispersaba a los que no querían moverse.
Volví a mi casa cansado y triste, pensando que Los Jaivas también desaparecerían. No tenía idea de la existencia de Juanita, esa mujer gigante y bella de la que sigo perdidamente enamorado.
Cuando me hablan de Gabriel Parra, siempre cuento la historia de su funeral; sin embargo, prefiero quedarme con la imagen del diablo multicolor, que en una lisérgica danza transformó a toda la Quinta Vergara y logró mutar mis pensamientos y mi vida bajo la música que más he amado y defendido en mi existencia: el rock cósmico andino.
¿Dónde estarás Gabriel?
¿Acaso en los ojos de tu nieta llamada Kayla?
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1 comentario:
wauu...
bien, bien...
yo era muy chica, pero lo recuerdo bien... recuerdo a mis tías y mi papá yendo al cementerio... a mi no me llevaron...
hermoso relato
paulina
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