10.12.2007

El eterno retorno de Carmen Corena

Son como la una de la mañana y camino hacia el baño del bar Cinzano y me encuentro de frente con la cantante, y amiga personal, Carmen Corena, quien había dejado por un tiempo el escenario aquejada del corazón.
Mi impresión es bastante grande y la abrazo y la saludo como un soldado que vuelve sano y salvo de la guerra. "Yo estoy sentida ya que después que me fuiste a visitar al hospital con Dióscoro Rojas y el reportero gráfico después no me llamaste nunca más", me dijo con sus palabras como balas de metralleta para mi adolorida conciencia.
"¿Qué te puedo decir Carmencita?", le respondo y bajé mi vista al piso buscando alguna basura, algún signo en el suelo, pero que sólo era para evitar que sus ojos se entrecruzaran con los míos y me hicieran sentir más vergüenza.
Los chilenos somos bastante pencas en ese sentido. Nos envuelve siempre la contingencia, el trabajo, los hijos, los problemas económicos, el carrete. Cuando hay que visitar amigos medio enfermos, llamar por teléfono a quien necesita una voz de apoyo, siempre lo andamos dejando para el final. Pero bueno, seguramente con la misma moneda me pagarán algún día.
Invité a Carmencita a mi mesa y ella, como la gran dama de la bohemia porteña, se sentó sin mayores resentimientos. "Estoy bastante enferma del corazón y sólo una operación me ayudaría", dice un poco bajoneada.
"¿Qué te sirves Carmencita?", le pregunto, pensando que se tomará un tecito simple o una agua de hierbas. "Tráigame un whisky en vaso chico, ya que eso me ayuda a despejar mi corazón", contestó con voz segura y serena.
Después de eso se subió al escenario y empezó a entonar La Hiedra, mi bolero favorito, y tomé de la mano a mi nova y bailé bien apretadito, con una sonrisa de reencuentro y de alivio, ya que la reina Corena había vuelto en gloria y majestad.
Entrada la madrugada me contó que había grabado un nuevo disco con Titae Lindl, el famoso bajista de Los Tres, y que traía un DVD de regalo.
Me fui del Cinzano feliz del retorno de Carmencita Corena, pero un poco triste por el reto que me llegó al ser despreocupado y simple a la hora de ayudar a los que necesitan compañía y una voz de apoyo.
Es la hora de un cambio de actitud.

ajenjoverde@hotmail.com

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